lunes, 12 de septiembre de 2011

Espejo ♥


Las palabras salían de mi boca como una feroz estampida. Salvajes, las palabras atacaban una y otra vez. Ya prácticamente gritaba.

-          ¡Y sí! ¿Qué pretendías? ¡No perteneces a ese lugar! Nadie te quiere ahí, ¿por qué habrían de quererte?-la apunté con el dedo con torpeza-Esto, lo que está pasando, era obvio, era de esperarse, ¿cómo no lo viste venir? ¡Eso no lo entiendo!

Me miraba tranquila, con sus ojos vacíos de expresión, pero llenos de comprensión al mismo tiempo. No tenía intenciones de hablar, no iba a interrumpirme, iba a dejar que sacara de mí todo lo que tenía guardado desde hace tiempo, porque eso era lo que yo necesitaba.

-          ¿Y a dónde se supone que perteneces? ¡¿Ah?!- continué atacándola- Ni siquiera sabes quién eres realmente, qué quieres… ¡No puedes seguir permitiendo que esta vieja historia se repita una y otra vez! Ves las señales, están ahí desde un principio, pero tú…¡sólo las ignoras! Haces caso omiso a lo que ves, como si…como si eso fuera a evitar que el dolor llegue… ¡tarde o temprano pasa! Y cuanto más tarde, más desperdicias, más sufres, más das a quienes menos lo valoran.

Ella siguió tranquila, escuchándome, tal y como la había visto actuar con tantas personas. Las escuchaba con una total paciencia de oro, asentía con la cabeza, daba su opinión cuando realmente se la pedían, o si no, esperaba a que esa persona terminara de hablar, de decirlo todo, para dar un consejo. Sus consejos suelen ser muy sabios, aunque, mayormente, no ha vivido aquellas experiencias sobre las que aconseja. Pero ella sabe escuchar, tiene un gran sentido común, una gran empatía con la gente, lo que la hace vivir situaciones, lo que hiso que aprendiera muchísimo, sin sufrirlo directamente.

-          Y él… ¡Él realmente no te quiere!-ahí fue su primera reacción, un parpadeo como si la hubiera sorprendido un portazo, mientras bajaba la mirada por sólo un segundo, y una respiración honda antes de volver a mirarme tan calmadamente como antes- Se aprovecha de ti, ¡al igual que todos los demás!-la manera en que recuperaba la compostura me enloquecía, parecía como si en realidad no me estuviera escuchando.
Empecé a temblar, de un momento a otro rompería en llanto de pura bronca.

-          ¡¿Qué es lo que no entiendes?! No encajas ahí, no encajas con ellos, ¡y te lo hacen saber a cada momento! Pero tú sigues volviendo a ellos, sin importar cuánto sufras, vuelves una y otra vez, los buscas… ¡No entiendo!-empecé a llorisquear-No…no entiendo…

Lloraba, temblaba, las lágrimas caían sin parar de mis ojos. En eso, ella se acerco, me abrazó.
Su llanto se unió al mío.


Las peores peleas siempre son con uno mismo. Me miro al espejo y  no entiendo, ¿¡cómo es que no reacciono sino hasta este momento!? Cuando el dolor me divide en dos personas, cuando tengo que gritarme a mí misma para poder oírme.

Y la peor parte de todo, es saber cuál de las dos yo será la vencedora mañana. Una vez que el llanto pare, será la silenciosa y comprensiva parte mía la que dominará. Volveré a la misma rutina de siempre, esperando que pasen cosas que no van a pasar por mi simple locura.